jueves, 20 de diciembre de 2012

III. EL SUEÑO DE MIZOL – HA



El suelo empezó a difuminarse en líneas borrosas y los astros en el cielo cambiaron completamente en un solo relámpago. El ojo de agua reflejaba una luz amarilla y vibraba causando toda una danza en su superficie. Sentí que me levante, pero al mirar atrás podía ver mi cuerpo, inspeccione el lugar rincón por rincón, pero mi cuerpo seguía allí.

Existían por el lugar un conjunto de plantas luminosas que nunca había visto, plantas geométricas de colores pasteles muy brillantes. Se movían lentamente y emanaban música y luz, uno podía sintonizar a que planta escuchar pero a la vez se veía su interior por medio del aura.

Apareció entonces una gran iguana a unos pasos de mí, estaba totalmente quieta, respirando muy despacio. Mirando el horizonte sin inmutarse ni por un segundo de mí presencia. Él cielo era extraño, soles y estrellas al mismo tiempo creando un fondo psicodélico. La luz que caía era suave, podía verse fluir y era muy lenta.
Un gusano de barro apareció en el ojo de agua, crecía y se dividía en dos nuevas ramificaciones, cada vez más chicas y el doble de rápido. Todas sus ramas alcanzaron el suelo y se fundieron en roca solida. Del ojo de agua comenzó a emanar un vapor  morado  y en su centro chispas de azul neón.

Camine hasta el meter mis pies en el agua para adentrarme en esa luz misteriosa. Al entrar me convertí en luz y fui catapultado a una velocidad increíble hacia las estrellas. Comencé a volar libremente en el espacio. Surfeando el interior de un vórtice luminoso. El tobogán fractal crecía como espiral y me hacía sentir como un mágico Copérnico mirando el cosmos con un caleidoscopio infinito.

Cuando llego su momento decidí aterrizar, sin saber nada acerca de mi destino. Estaba de nuevo enfrente de las chispas azules, pero en un lugar demasiado extraño, la tierra se elevaba como si tuviera vida, piedras preciosas formando jardines de minales, cuarzos de todos los tipos, colores y formas salían de la tierra.
El ambiente se sentía como agua, pero una muy ligera, uno podía nadar si se esforzaba un poquito. El mar invisible parecía extenderse hasta lo más alto, donde luces multicolores creaban sinfonías luminosas.
Colmenas de plantas formaban círculos de todos los tamaños que flotaban estáticas en el firmamento. Peces abisales se acercaron hacia mí. El portal estaba encima de una pirámide sin escaleras tapizada toda de coral.

Los peces abisales con sus horrendas caras y sus órganos luminosos comenzaron a pulsar ondas, figuras lumínicas en cuarta dimensión aparecieron ante mí. Aves de ocho alas circulaban entre el gelatinoso aire, sus picos eran extraños instrumentos musicales que asemejaban ser ocarinas muy desarrolladas con las que hacían música en conjunto. A lo lejos se apreciaban unos gigantescos centinelas resguardando las inmediaciones, eran insectos enormes que modificaban la luz con sus ojos. Todo se nublaba durante sus parpadeos, al cerrar y abrir los ojos la luz desaparecía. De repente no los abrieron más y quede sumido en la obscuridad.

Luces con formas de elipses giran y se acercan lentamente, muy lentamente hacia mí, cambiando su color poco a poco. Primero rosas, luego moradas, azul claro, amarillas, creando nuevas elipses en los alrededores. Torrentes de agua amarilla comienzan a elevarse debajo de mí hasta alcanzar mi vista fijada en lo más alto del cielo, con nubes que se absorbían a sí mismas creando torbellinos azules. 

Me elevo muy lentamente hacia las alturas, sintiendo una fuerza en mi espalda que me empuja con delicadeza. Elevándome hasta las nubes, sintiendo el vértigo en mí estomago, entrando directamente a ese torbellino en las nubes. Avanzando hacia el cielo, saliendo del agua y alcanzando una nave nodriza en lo más alto.

Entre a una cámara metálica parecida a un panal de abejas, con sus hexágonos brillando prendiendo y apagando, una estrambótica luz azul emana de ellos y me conduce rápidamente por los ductos de aquella nave interestelar, pasando inclusive por las cámaras del los reactores, gigantescos cristales rojos que brillan con intensidad, impactando lentamente en uno de ellos, dejando fluir una explosión acuosa de color.
Todo se volvió pixeleado, veía aquel paisaje montañoso en pequeños cuadros de color, los ríos fluían como niebla, todo aquel universo mantenía superficies redondas y toscas, con colores muy básicos. Sentí un aroma relajante, el clima perfecto y sonreí.

Al voltear al cielo el sol me deslumbro, inundando el espacio de un amarillo intenso, nebulosas gelatinosas de color verde invaden el espacio donde me he vuelto inmóvil y su vez soy arrastrado por un campo gravitacional desconocido.

Luces de neón en forma de cubos comienzan a aparecer a lo lejos, llenando la lejanía del vacío con detalles arquitectónicos. De momento apareció un espejo circular ante mí  y al mirarlo fijamente observe que parpadeo, como si fuera un ojo y al abrir sus parpados pude ver su iris verde. Volvió a parpadear y al abrirse descubrió una boca llena de colmillos, se acerco y me trago.

El suelo brillaba con olas destellantes de todos los colores y el cielo estaba repleto de escarcha de estrella, flotando como nieve en el viento brillante tan brillante que no podían mirarse de frente, alumbrado la obscuridad del infinito. También nacían y se morían nopales y cactus en cuestión de segundos.
En ese espacio se encontraba un trampolín gigante, con la cara dibujada de un payaso en su superficie, corrí rápidamente casi desvaneciéndome de la velocidad hasta subir en el, me impulse y fui disparado a velocidad luz hacia las estrellas más lejanas.

Viajando en camino del infinito encontré planetas de varios sueños viejísimos que había tenido a lo largo de mi vida, en algunos me detuve y baje, sentía como si la fuerza para volar saliera de mi espalda y me arrastrara. Visitando de nuevo aquellos recuerdos como un dios, pudiéndolos modificar.
Cuando salí de nuevo hacia el espacio atravesé campos de asteroides, observando constelación tras constelación, agujeros negros, quásares, pulsares, súper novas, toda una sinfonía luminosa, así divise el horizonte hasta llegar a una galaxia que contenía todos los colores en su complejo, desplazándose psicodélicamente entre sus sistemas solares.

De pronto deje de ser humano para convertirme en un maniquí color verde gris, todo mi cuerpo estaba trazado con cuadrados. Y cada uno de estos cuadros empezó a desquebrajarse en polvo rumbo a aquella galaxia, lentamente hasta desvanecer mi existencia.

La obscuridad fue total, el negro más acentuado que nunca olvidare, así dure varias horas hasta que decidí meditar en el vacío. Después  vi una pequeña luz blanca a lo lejos, se iba acrecentando y con ella una nota músical, poco a poco ambas variables se incrementaban. Cuando todo se lleno de luz y música abrí los ojos. De una gran flor de loto emane en una tierra de palacios naturales y música hermosa, ríos colgantes y cascadas más altas que cualquier construcción antes vista. Flote entre burbujas en aquel paraíso a lo alto de aquel cielo morado y destellante. 

Unas criaturas extrañas se acercaron a mí, tenían aspecto de ángeles y brillaban con figuras geométricas  surrealistas de todos los colores en su piel. Como camaleones hechos de pequeños focos y con secuencias enloquecidas. Volaban a mi lado y me observaban, flotando sobre las colinas de aquel mundo vi una ciudad, una especie de artefacto que flotaba en el espacio, no dejaba de moverse ni por un instante.

Una maquina perpetua similar a un erizo y en las puntas de sus picos florecían molinos y ruedas, las cuales giraban a diferentes velocidades, alternándose cambiando y coordinándose. En el fondo podían observarse cinco lunas anunciado la llegada de la noche. Acto seguido todo aquel bosque y junto con la ciudad flotante comenzaron a iluminarse creando una inmensa red de puntos fosforescentes.

Uno de los ángeles se me acerco y extendió su mano, su dedo brillaba poderosamente, extendí mi mano y con mi dedo toque el suyo. En ese momento todo se convirtió en humo, todos los colores del lugar se mesclaron entre un torbellino de niebla, elevándome de inmediato.

Aparecieron mis huesos, luego mis músculos, mis nervios, mis órganos, mi piel y mis ojos. Hasta que volví a ser uno en el espacio, atravesando la galaxia psicodélica, una expresión de equilibrio universal donde todos los colores son uno a la vez. Creando belleza al unificarse en el vacío. Un universo estético que alcanzaba la comprensión no material, obteniendo la máxima belleza en toda dialéctica que ocurriese.

Recorriendo los confines del complejo galáctico encontré una delgada membrana que nos separaba del exterior, había llegado hasta los límites de nuestra creación. Estaba dentro de una burbuja gigantesca que envolvía el cosmos, decidí llegar más lejos, abandonando mi hermosa galaxia y entregándome a lo desconocido, metí mi mano del otro lado y fue demasiado fácil, luego mi pie y cuando metí la cabeza fui succionado por un poderoso campo gravitacional.

Viajando a través de un vórtice luminoso con toda gama de colores, flotaba con mis brazos y piernas abiertos sintiendo una fuerza magnética. El campo gravitacional se acelero, surfeando por el remolino cosmológico dejando una estela de polvo brillante en mi camino, de un instante a otro unas estrellas moradas me acompañaban en el trayecto, moviéndose coordinadamente conmigo al desplazarnos por el vórtice.
El vórtice se volvió una especie de túnel hipnótico en blanco y negro, como la piel de una cebra, comencé a divisar esferas de cristal que también estaban siendo absorbidas por el vórtice. Luego súbitamente se vuelve de nuevo colorido, repitiendo el proceso y añadiendo imágenes holográficas en varios sectores. El vórtice enloqueció, se salió de control y reventó.

Aventándome al espacio, donde flotaba sin rumbo entre basura y desperdicios.  El campo gravitacional se acelero aun mas, hasta sentir un vértigo resonante que desemboco en estática total, llevándome a un planeta de cráteres y piedras agudas. Las estrellas impactaron en el horizonte, explotando y soltando miles de rayos azules en cuestión de milisegundos. El viento solar me acaricio la cara y entonces abrí los ojos.

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